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martes, 18 de junio de 2013

Semana de la Ciencia I: Tormentas en el Vecindario

Quizás te haya arrasado un tornado. O que un huracán haya visitado tu casa y su ojo se haya instalado placenteramente en el jardín, al lado de la piscina. Quizás haya sido una tormenta la que has visto y te ha alucinado.
Puede que a tu familia le haya sucedido algún suceso tormentoso, es decir, relacionado con las tormentas. Ya sabes, tormentas eléctricas, esas molestas tormentas que hacen ruido y luces azuladas y blancas, resplandecientes y luminosas, capaces de alterar al más mínimo humano, que se remueva y que tenga miedo.

Pues bien, una tormenta así la hemos sufridos muchos, diría también que todos los que estamos sobre la superficie terrestre. Nuestra sólida corteza terrestre se ve alterada, mojada y perturbada, en muchas ocasiones, por este tipo de tormentas. No es nada personal, pero no entiendo cómo la gente tiene miedo a estas tormentillas.

Me apasionan las tormentas, me gustan, no tengo remedio, y esa curiosidad despertó mi interés científico. El interés por saber algo más de ellas y de compartir esos conocimientos con vosotros. Pero, ¿por qué limitarme a las tormentas terrícolas? ¿Por qué no ir más allá y descubrir lo tormentoso del clima de nuestro vecinos más cercanos?



Las tormentas terrestres son poco más o menos que abuelitas dando un cómodo paseo que les permita controlar la hipertensión o el azúcar. En nuestro vecindario, el sistema solar, se producen fenómenos atmosféricos que podrían considerarse auténticos pandilleros, gente chunga que puede meterte en un buen lio. Lo que ocurre fuera de nuestra atmósfera son tormentas de verdad, nada de miseria.Tormentas con vientos de más de 1000 km/h, de una extensión superior a la de la propia Tierra.


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